24 sept 2008

Presentación

La vida espiritual personal es de suma importancia: nos lleva al conocimiento de Dios, y por lo tanto, a amarle más. Su importancia radica en el hecho de que es la única forma de vivir una vida cristiana, es decir, no se puede vivir sin vivirla espiritualmente. Su característica más esencial es que es dada por Dios, quien requiere de sus hijos que la cuiden, alimenten y vivan. Es personal porque nadie más que uno mismo puede hacer eso. Lo mucho que uno pueda recibir de los otros, desde el amor fraternal a las enseñanzas, no basta para crecer. Dios quiere que cada uno se le entregue.
La vida espiritual es, sin duda, un aspecto esencialmente importante.

Pero no debemos descuidar otros aspectos importantes. Muchas veces nos encontramos mirándonos a nosotros mismos, analizando, pensando, estudiando. Y pocas veces vemos la gran necesidad que impera en las personas, y esa necesidad, ese vacío, es Dios.
Como hijos de Dios, gracias a El y a su Espíritu, conocemos esa verdad, y no deberíamos pasar por alto este hecho: tenemos que contar la verdad, pues hay muchos, miles de jóvenes que necesitan saber y conocer a Dios.
Por esta razón, es de suma importancia lo que un jóven cristiano puede hacer. Debe tener la motivación de hablar de Cristo, de su sacrificio, de su resurrección, de su realidad hoy, ahora, en su vida.
Hablar de Dios a otros es un mandamiento perfecto para nosotros: si la caridad significa buscar el bien del otro, la mayor prueba de amor fraternal por alguien que no conoce a Cristo, es hablarle de El.

Sin embargo, hay un aspecto de hablar de Cristo que requiere especial atención. Hoy, a diferencia de las épocas pasadas, Dios no parece estar presente en la realidad de las personas. Verlo se hace sumamente difícil. Y considerando esto, veremos que hay muchos jóvenes modernos, viviendo el siglo XXI, preparados, con opinión, información, conocimiento, y sin Dios.
Si vamos a hablar de Cristo, tenemos que estar aparejados a responder, opinar, y defender nuestro punto de vista. No basta hablar solo con la voz de la experiencia, es necesario manejar argumentos, y evidencia que muestren que lo que creemos es cierto.
Como podemos ver en 1a Pedro 3:15, no solo debemos hablar desde la fe, sino también desde la razón -si lo que creemos es cierto, debe haber un sinnúmero de evidencias que lo confirmen, y es así, efectivamente.

Debemos prepararnos con el espíritu y el intelecto, no para convencer, sino para cumplir el mandato de Dios. Sabiendo la gran evidencia que hay tras las verdades bíblicas, nuestra fe estará más apoyada y tendremos más fuerza para proclamar a Dios.

1 comentario:

Cristian dijo...

Considerando que a veces la misma frase "vida espiritual" es entendida por algunos como si se tratara de vivir fuera de la órbita terrenal siguiendo intuiciones y experiencias místicas de algún tipo, encuentro muy oportuno que hayas formulado la necesidad de vivir y expresar una fe basada en contenidos objetivos y comprobables (si se me permite interpretarlo así).

Yo estoy convencido de que nuestra fe cristiana está basada en hechos, pero reconozco con pena que la mayor parte del tiempo el cristiano promedio vive su fe en forma irreflexiva e irracional (con lo cual parece darles la razón a los escépticos). Dios quiera usar este blog para que haya cada vez menos de eso en nosotros mismos.